Memoria, esa palabra...


Un texto de hace unos meses.

"Retorno"

Existe entre nosotros una nostalgia amorosa, encendida con los atardeceres secos que queman la piel, inundada en el silencio de un pueblo que solo habita en memorias y que aun existe. El olor a madera, carbon lejano, quemado en el campo eternamente. En el camino mire un lago perqueño entre las montañas, justo como lo deje hace 20 años. Nuestro amor sin manos tomadas, sin miradas, solo de un par de caminantes entre las calles polvorientas, coloniales, asentuadas con un ligero rocio que cae en nuestras manos, levantando el polvo del trabajo. Enrico Caruso aun canta en el fonografo e inunda de silencio y viento el mismo momento en que la beso, 20 años despues. 20 años de silencio. 20 años, coronado con el hermoso silencio.
Ahora que he vuelto, las tardes ya no queman ni hay escolares gritando alrededor del kiosco con mascaras y marcas, todo superficial y pasajero. Mas pasajeros los zanates que recorren el cielo en las tardes y siempre vuelven a sus hogares. Cientos de ellos en arboles gigantescos que transfiguran el concreto del atardecer con la sinfonia de lo oculto en las almas de la alameda o el kiosco. Todo esta en llamas. Se funden en sombras entre las hojas y confunden su canto con el temblor de la tierra.
Vivir. Nuestras manos se mojan y se unen finalmente; el silencio se quiebra con el recorrer de mi pluma: danza que se forma sobre esta hoja de papel. Los veo a ambos tan lejanos y tan dichosos, algo negado a mi, pero que no envidio ni deseo. Finalmente vivo su felicidad en mis letras, en el consecutivo desfile que aqui propongo.
¿Alguna vez se disolvera? Me hago esa pregunta cuando una hoja de papel que contiene mis historias se deshace en las llamas del olvido y la verguenza del niño que se pudre en vida frente a mi automovil. Los veo a los dos disolviendose tras hacer el amor en un atardecer, en una disputa con la muerte al final de sus dias; o tambien veo el fonografo empolvado y destruido en el que Caruso no volvera a cantar. Se disuelven, dejan de ser lo que son para volverse parte de algo mas, del todo(de la tierra y los gusanos, del pasto que la vaca comera o el agua que los peces beberan).
Finalmente llegan por mi y los escucho subir las escaleras, son muchos... Saco la pistola del cajon antes de que lleguen, antes de que me tomen. No recuerdo nada mas por que ellos dos son mi memoria, y mis hojas ocultas son la prueba de su existencia, como la sangre que hoy correra por el suelo, por las calles. Todo sera evidencia de que lo humano perece ante la bestia y las mascaras sinicas.
Pero los veo en el atardecer, juntos por fin, y mientras quito el seguro de la pistola, son reales.

Abril, 2009

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