Nota del 7 de abril de 2010: Big city





En uno de los últimos capítulos de la novela Rayuela de Julio Cortázar, se plantea el cambio de identidad por la locura. En este clímax, el héroe, Horacio Oliveira, llega a un punto de su crisis que comienza a confundir a Talita, la esposa de su mejor amigo Traveler en su antigua amante, la Maga y la besa en el sótano del manicomio. Este hecho es la conclusión de la crisis que ha azotado a Oliveira tras el abandono de la Maga y el Club de la Serpiente, el lado de allá y el lado de acá, ¿Cuál es el verdadero lado, el punto donde se origina y termina Oliveira? Doppelganger es la palabra con la que denomina Oliveira a Traveler, su copia, su otro yo. En Paris, es Oliveira y la Maga, en Buenos Aires son Traveler y Talita, la dualidad en dos dualidades, los extremos de la identidad cultural latinoamericana de los cincuentas ¿argentino o europeo? Este tipo de crisis de identidad y transición también puede encontrarse en la película del 2001 Mullholand Drive de David Lynch. La culpa que desgarra en la desesperación a Dianne, provoca el sueño que se desarrolla en casi toda la película, intercambiando roles y nombres en una trama policiaca noir sobre la verdadera identidad que siendo falsa, desenmascara la verdad por medio de un mensajero de la muerte, que es el vaquero y el psique de Dianne/Betty, los ancianos y el vagabundo.

Ahora bien, Paul Auster, en Trilogía de Nueva York, es un escritor camaleónico. El mismo está escondido entre sus páginas, observando. Su piel cambia, va de aquí para allá entre sus personajes que se introducen en un laberintico Nueva York con una sola incógnita ¿Dónde está la verdad? ¿Cuál es el verdadero yo?
El género detectivesco es oscuro, y a la vez, es una búsqueda que tiene un inicio visceral: los detectives buscándose a ellos mismos entre sus casos, sus investigaciones para finalmente no encontrar nada más que su silla y su escritorio.
En esta línea, perfectamente delineada, entran las tres historias de Paul Auster, de las cuales dos si son puramente detectivescas, “Ciudad de cristal” y “Fantasmas”, y una tercera casi autobiográfica “La habitación cerrada” que recuerda los juegos, también camaleónicos y autobiográficos, de Borges y Nabokov. En estas tres novelitas, Auster da un giro de 180 grados al género, introduciendo en ellas elementos metafísicos y autobiográficos. En ellas tres se encuentras sus obsesiones favoritas: beisbol, novelas de detectives, Nueva York, mujeres misteriosas, etc.

“Ciudad de cristal” es tanto un tributo como una versión posmoderna de la novela detectivesca como un tributo a una de las más grandes influencias de Auster junto con Kafka y Becket, Cervantes y su Quijote. El escritor Daniel Quinn, creador de novelas policiacas, viudo que perdió al mismo tiempo a su esposa e hijo, es confundido en una llamada telefónica con Paul Auster, un detective neoyorkino para darle la tarea de vigilar al pseudo-catedratico Peter Stillman, quien parece amenazar la seguridad de su hijo trastornado por el mismo desde la infancia. Tomando la identidad de Auster, Quinn comienza una investigación de Stillman utilizando una libreta roja, que al principio servirá de anotación y bitácora, pero después desencadenara la locura escrita de Auster. Quinn contacta con el mismo Paul Auster -que no se trata del autor- y al presenciar su escena familiar, Quinn se ve identificado y comienza a entrar y se siente abatido por sus recuerdos y su pasado. Su contacto con Auster introduce un elemento que concentrara el círculo de la novela: Don Quijote de la Mancha y su locura. En “Ciudad de cristal”, la identidad del escritor transmutado a detective por aburrición es comparada con el Quijote, especulando Auster que su locura pudo haber sido transmitida por Sancho Panza en una identidad de morisco al mismo Cervantes en manuscrito. Aquí se refleja el conflicto de Quinn, ¿Cuál es el verdadero Quinn? Contacta directamente a Stillman quien ya está completamente loco y confunde tanto realidades como identidades. Quinn aprovecha el delirio para hacerse pasar por su hijo y Stillman le pide disculpas por todo lo que sucedió previamente. Los Stillman, padre e hijo pierden contacto con Quinn y este se decide en un arranque a vigilar a como dé lugar a Stillman. El papel del Quijote se reviste de Max Work, el personaje de Quinn en sus novelas bajo el seudónimo de William Wilson. Ahora como un vagabundo que le es indiferente al mundo contempla el entorno urbano de Nueva York y lo cautiva. Al retornar a su hogar, ha sido desplazado y al ir con los Stillman, se entera de la muerte de Peter y la desaparición de su hijo. Al escribir en su libreta, las palabras son testimonio de su decadencia y desaparición que es hallada por Auster, quien ahora, como narrador de la caída de Quinn, se enfunda en el papel del autor mismo de la novela.

En “Fantasmas”, un detective llamado Azul es contratado por Blanco y tiene que vigilar por encargo a Negro a través de una ventana al más puro estilo Hitchcock y su Ventana indiscreta. En esta noveleta, Auster hace pasar de nuevo a su detective por diferentes personajes que apoyaran su investigación interrogando a Negro, pero a la vez, por enfundarse demasiado en su papel de detective, perderá a su futura mujer. Más adelante, al investigar la casa de Negro, encuentra que sus reportes llegaban a Negro, quien se hacía pasar por Blanco. La ciudad de Nueva York, en esta novela, se despliega en un laberinto de calles y de identidades falsas que pierden al héroe. De nuevo, como en la novela anterior y la siguiente, la lectura de otras novelas y pasajes de las novelas y vidas de otros autores son una pista-ensayo de la problemática de los personajes.

La última novela, “La habitación cerrada”, es en mi opinión, la más bella de las tres. Esta deja atrás la temática detectivesca para abordar la memoria de un articulista que se entera de la desaparición de su mejor amigo de la juventud Fanshawe. El estilo de esta novela me recuerda a otra novela norteamericana que posteriormente será publicada, Las vírgenes suicidas de Jeffrey Eugenides, con la temática de la investigación de un hecho a través de la exploración del pasado. El narrador, tras la desaparición de Fanshawe, se queda con su hijo y su esposa, tomando su lugar. Desde pequeños, el narrador admiro a Fanshawe y siempre fue un modelo a seguir, quería ser el. Al final lo es, incluso, la madre de Fanshawe, que odiaba a su hijo, utiliza al narrador como una emulación de relación incestuosa como representación del odio que le tiene.

1 comentarios:

rabbit's carrot dijo...

hablando de detectives: http://nohabrafinalfeliz.blogspot.com/
el impacto de luz de las letras blancas sobre el fondo negro cansa la vista, sugiero el azul