Nota del 13 de mayo: Paradero Pantitlan




La crónica periodística puede camuflarse como un camaleón entre las hojas de una narración de ficción, más si se sabe que el escritor de dicho genero es principalmente conocido por su obra narrativa más que por su obra periodística. Entre camaleones y arboles, la confusión es tan amplia, que la invasión de terrenos es casi un encuentro erótico. Un Lobo Antúnes que en sus crónicas personales habla como en la confusión poética y cinematográfica de sus gruesas novelas, pero no hay agresividad al lenguaje y la escena, existe la poética de la disolución y reconstitución del pasado y la violencia de la memoria; por otro lado, un Cortázar risueño que se rompe a carcajadas con sus porosas paginas de instructivos que solo el incauto (no caigamos en sexismos literarios) toma en serio para condenarse a la broma irónica del encuentro realidad-fantasía.
La crónica es muy fácilmente confundible con el periodismo duro que trata de informar con la veracidad de Hermes al Olimpo. Las crónicas más bellas son como el cine, nace de la literatura: es el arte de narrar un hecho. Ficción. Realidad. Nacen de la misma esencia humana.

Ibargüengoitia se ha forjado una identidad basada en la ironía y humor negro (clásica en el género detectivesco) de sus relatos y novelas, que su crónica “Viajar en camión” no ha quedado exenta de esa aura, misma que parece que el mexicanismo ha hecho su chovinismo por excelencia. Esta crónica se brinda como un manual, un pequeño instructivo para sobrevivir a los viajes en camión del sistema de transporte colectivo en una ciudad tan posmoderna y posapocaliptica como el Distrito Federal. Esta estructura narrativa es perfecta para el tono irónico, ya que no podemos hablar de seriedad y fatalismo en un tema tan cotidiano. Es notable un detalle: es inexistente el factor del dato estadístico para darle veracidad a la crónica. ¿Dónde quedo? Si la cotidianeidad es una sustancia de la Gran Ciudad, no es necesario realizar un gran viaje por la imaginación a las lejanas colonias holandesas y sus anónimos futbolistas y convertirse en un científico por tres o cuatro párrafos: ha sido sustituido por la memoria colectiva, la experiencia de todos los días y su identificación con el lector. ¿Es necesario un manual? Tal vez disfuncional e incomprensible para el santo o sabio de las montañas alemanas; una gran broma para el usuario de todos los días. La descripción y “recomendaciones” que se ofrecen, invierten un sentido moral que para un manual de sobrevivencia: aquí es el más fuerte y tramposo el que sobrevive, pero la fortaleza en un medio urbano tan complejo puede ser el egoísmo, el oportunismo y la mala educación. Como todos los personajes del universo de Ibargüengoitia, tratan de sobrevivir a la locura de su entorno creyéndose (ingenuamente hamletianos) ser los locos de la historia. Entonces vemos a los camaleones, claros como el fondo en que se mezclan, con la broma e ironía como velos para una realidad violenta y cotidiana. Con la realidad violenta y cotidiana como velos para la broma y la ironía.

2 comentarios:

Alexis Leñero dijo...

vergas!!!! es bueno, una de las buenas cosas que me alegran el día hombre( y bien lo sabes)

Unknown dijo...

Ja, el primer comentario en siglos desde que la Maga se esfumo XD