"El escritor, mientras escribe, es un moribundo. Después, terminado el texto, ya no le queda más pulso. Y es arrastrado hacia una realidad que lo niega. Es un hombre. O poco menos."
"Ese es el destino de la literatura. No llegará nunca a ninguna parte, no significará nada; pero “tu (el lector) te sientas en la ventana y sueñas con el mensaje cuando llega la noche”. Porque entre la emisión del mensaje y su naufragio, hay - siempre - una historia. Y esa historia es una mentira (porque leer es como soñar), y esa mentira está en vos (porque la literatura es una excitadora de sueños pero esa materia onírica ya habitaba en tu silencio) – dice Alberto Caeiro – “mi lector, mi hermano”.
"Creo que es un problema (la soledad) que todo el mundo tiene. Toda persona tiene su propia forma y los medios de expresar la misma. La sensación impregna la labor de tantos escritores, aunque algunos de ellos pueden expresar lo inconsciente".
"La interpretación de nuestra realidad a través de los patrones, no los nuestros, sólo sirve para hacernos cada vez más desconocidos, cada vez menos libres, cada vez más solitarios."
Las memorias de una fiesta
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