Sin titulo por Consuelo Muñoz
“Anhelando los momentos con vos en nuestra imaginaria Buenos Aires,
Besándonos por esas tristes calles oscuras,
Llenas del polvo de lascivia,
De olor podrido y excitante… existes aún, después de pasar cada vez tu
fantasma por el mismo círculo vicioso de la memoria y el olvido.
Existes, y me eres tan presente como en esos días en que mojabas mi
oído con tu boca y jugabas con la sonrisa de la mía, sorprendiéndote
por regalarte una mueca después de ahogarte de la locura de mi carne y
mi deseo.
Imaginaria Buenos Aires,
Que hacer para olvidar tus tangos modernos, tu cara de mujer golpeada
y bellamente sufrida.”
Horacio termina de escribir el versillo. Sentado en la azotea de su casa, mirando el cielo raso de su metrópoli vasta, recuerda a Lucia y sus sueños más profundos y sordos. ¡Oh! Como acaricia el aire perfumado de su memoria, el sentir el cálido abrigo de su amada en su propia piel lo hace estremecerse tibiamente. Acostado en teja y polvo, recuerda los momentos en que Lucia era toda suya, cuando esta jugaba con su cabello seduciéndolo, acercándose a sus espacios íntimos, dejando nada a lo imaginado.
Se levantó, roso sus labios con sus dedos. Los moja. Sigue escribiendo…
“Que tanto es pensarte, querida Lucia,
Muero por tu encanto soñado,
Por tocarte otra vez y oír tus suspiros,
Por volver a ver tus ojos grandes hundirse en mí pecho,
Dejando atrás los horrores del mundo que nos es prohibido.
Aun me es imposible como ya no éstas por esta casa que dejas abandonada,
Por los lugares donde nos perdíamos en los atardeceres,
En lo que tú eras el rojizo sol que inunda todo con su sangría.
Precioso ángel que destila tristezas,
Las conviertes en delicado elixir de pureza.”
Consuelo Muñoz, abril de 2009
La pasion segun C.M.
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